Abre tu Mente

Abre tu Mente

Abre tu Mente

«Si no puedes abrir tu mente, sería bueno que también cerraras tu boca». (Refrán popular.)
¿Qué significa cuando nos dicen “Abre tu mente”? Sin duda se trata de una invitación a conocer algo nuevo y a evitar cerrarnos a ello. Pero, ¿Cómo se logra? ¿Cuál es el proceso para abrir nuestra mente? ¿Cómo se aterriza a la vida práctica esa recomendación tan intangible?

Primero que nada, hay que aceptar que todos, absolutamente todos, estamos buscando resultados, de un tipo o de otro. ¡Resultados! Eso queremos todos. Ya sea mejorar nuestra economía personal, o mejorar nuestra relación de pareja, u optimizar nuestra salud mejorando nuestro cuerpo, o acercarnos a una vida más espiritual. Sea lo que sea, el hecho es el mismo. Todos estamos buscando un resultado. Y ahí, lo primero que hay que conocer y aceptar es que todo resultado, absolutamente todo resultado es consecuencia de una acción.

Esto es un hecho axiomático (Es una ley). Todo resultado es consecuencia de una acción. Y de este axioma, si analizamos esta acción-reacción tan evidente, podemos sacar varias conclusiones de trascendente envergadura para el desarrollo humano y la superación personal:

1) ¡Hay que hacer algo para obtener un resultado! No existen los resultados de generación espontánea. No existen. ¡Hay que hacer! ¡Acción! Acción es la respuesta ante la pregunta de cómo obtener un resultado. Ya basta de creer que algo va a suceder solo. No hay nada más frustrante y decepcionante para una persona ilusa que esperar un resultado haciendo nada. Y lo peor, es que se trata de un autoengaño. Ya sal a la luz y despierta: nada va a suceder si tú no haces que suceda. Esto lo saben perfectamente bien los líderes. Aquellas personas tan tremendamente valiosas en la sociedad enfocadas a la acción, que por ello generan resultados. Mientras que los demás, el resto de la gente perteneciente a la masa amorfa y babeante, solo espera, espera y espera a que algo suceda. Y se queda esperando todo el tiempo. Hasta que surja un líder y ¡emprenda la acción! Ahí el resultado se empieza a gestar. Compréndelo y acéptalo, tienes que hacer algo para que un resultado se genere, desde hacer esa llamada telefónica y hablar, hasta hacer ejercicio o leer o escribir o salir al encuentro. Lo que sea, pero hay que hacer para que suceda el resultado.

2) Si has obtenido resultados en tu vida que no te gustan, ¡deja de hacer aquello que los genera! Una vez más, partiendo del axioma de que todo resultado es consecuencia de una acción, pues si estás obteniendo resultados que no te agradan como por ejemplo que no te guste tu condición física, o no tienes el dinero que quisieras, o tu vida de pareja es un suplicio, o tu vida de relación social es un tormento por tu carácter, o si te sientes solo, o cualquier otro resultado en tu vida que no te gusta…, la solución consiste en ¡dejar de hacer aquello que genera ese resultado! Recuerda: no hay resultados de generación espontánea. No tienes dinero no porque ese sea tu destino y “así te tocó vivir”, ¡No!, no tienes dinero porque llevas a cabo acciones específicas que no generan riqueza a la velocidad y nivel que tú quieres. Tienes una vida de relación de pareja tormentosa y deplorable no porque “esa fue tu suerte”, ¡No!, tienes una relación conflictiva porque “estás haciendo algo” que mantiene ese conflicto diariamente. Tienes una mala condición física no porque esa sea tu genética, ¡No!, tienes un cuerpo enfermizo y débil porque realizas acciones que lo llevan hacia allá, comes mal, prefieres dormir todo el tiempo, te sientas horas sólo a ver televisión. Tienes una fama de tontito o tontita no porque esa sea tu capacidad natural, ¡No!, tienes desatinos porque la has acumulado al elegir la acción de sólo ver bobos programas de televisión, platicar sólo con personas banales y sin cultura, como ejemplos. Entonces… ¡deja de hacer todas esas acciones! Y verás como dejan de aparecer esos resultados que no te gustan. Así de sencillo.

3) Si deseas resultados diferentes en tu vida, deberás llevar a cabo acciones distintas en ella. ¡Este punto es medular para todo cambio! Cabalmente podemos decir que todo resultado es consecuencia de una acción, y si ahora lo que quieres son resultados diferentes en tu vida, entonces tendrás que hacer cosas distintas en tu vida, acciones que nunca antes habías realizado, acciones totalmente nuevas para ti. ¡No existe otra manera de generar resultados distintos! Ya sal a la luz y despierta. En tu vida sólo generarás resultados distintos si realizas acciones que nunca antes habías hecho. Punto. No hay más. Si ahora deseas mayor riqueza económica, tendrás que hacer lo que nunca antes habías hecho en el manejo de tus finanzas. Si ahora deseas un diferente resultado en tu vida como puede ser una pareja más estable y amorosa, tendrás que llevar a cabo acciones con tu pareja que nunca antes habías llevado a cabo. Si ahora deseas el diferente resultado de un cuerpo más sano, deberás llevar a cabo acciones que antes no hacías, como disciplinarte en una rutina de ejercicio y una extraordinaria alimentación. Si deseas el nuevo y diferente resultado de una vida más inteligente y sabia, tendrás que llevar a cabo acciones que antes no hacías, como el exquisito arte de leer y cultivar amistades sabias.
Si piensas que puedes obtener un resultado distinto mientras sigues realizando las mismas acciones de siempre, estás loco. Caerías en pleno terreno del absurdo. Es como aquella señora gorda que quiere bajar de peso comiendo igual. ¡No se puede! Por eso Albert Einstein definió la palabra “Locura” de esa atinada y exquisita manera: Locura es esperar resultados distintos mientras se sigue haciendo lo mismo.
Insisto, si se desea un resultado distinto en la vida, se necesita hacer cosas diferentes, cosas que nunca antes habías hecho, y entonces, y sólo hasta entonces, empezarás a ver resultados distintos en tu vida.
Ahora bien, en el análisis que hoy estoy compartiendo contigo, así como todo resultado es consecuencia de una acción, ahora en forma retrógrada, la acción a su vez de qué es consecuencia. ¿De dónde nace una acción? ¿Cómo surge la capacidad de actuar? Respuesta: del pensamiento.
Sigamos analizando el siguiente esquema, donde ya se empieza a ver la cascada de eventos retrógrados que explican el surgimiento de un resultado. Como ya vimos, todo resultado es consecuencia de una acción, y ahora toda acción, absolutamente toda acción, es consecuencia de un pensamiento.

Así, que “abrir tu mente” significa abrirte en actitud, tiempo y espacio necesarios para adquirir información que nunca antes habías conocido. ¡Eso es abrir tu mente! Necesitas elegir darte el tiempo necesario para estudiar nueva información. Necesitas elegir deliberadamente asistir al espacio a donde irás a adquirir esa nueva información (sala de conferencias, escuela, instituto, universidad, salón de eventos). Necesitas elegir deliberadamente una actitud de curiosidad y una postura de sincero aprendizaje, poniendo toda tu atención y capacidad de concentración en el proceso de adquirir la nueva información. ¡No hay otra fórmula! Esta es.
Acepta esto: “No hay mayor manifestación de ignorancia que opinar de algo que no se sabe”. Y aun así, hay gente que opina con enunciados matizados de aparente certeza o evidencia.
Si lo que se desea es un resultado distinto en la vida, irremediablemente se necesita llevar a cabo acciones diferentes en la vida, hacer cosas que nunca antes habíamos hecho, y para ello se requiere de adquirir una Nueva Conciencia, y para lograr esto último, se necesita conocer nueva información, un conocimiento que nunca antes habías tenido. Así mismo, para adquirir ese nuevo conocimiento se requiere de nuestra disposición para aprender (en tiempo, espacio y actitud), y esto es abrir la mente. De todo esto podemos deducir cuatro condiciones para abrir la mente:

1) Necesitamos de una actitud sin prejuicios para lograr aprender algo nuevo. Reza un proverbio chino: “Para poder disfrutar una taza de té, primero hay que vaciarla de ti”. Y claramente se refiere a que necesitamos sacar la información que llevamos dentro desde hace tantos años para dar espacio y disfrutar de lo nuevo. Esto se logra haciendo nuestro ego a un lado dándonos la oportunidad de escuchar algo sin prejuicio alguno. Y cuando nuestra mente se enfoca en nuestro ego (aquel que siempre cree tener la razón y estar en lo cierto) nos juegue una treta y nos atrapa prejuzgando la información que apenas estamos recibiendo, ¡Alto! Atrápate sabiendo que se trata de nuestro entrometido ego y con el simple hecho de observarlo lo puedes hacer a un lado y continuar escuchando sin prejuicios. Deliberadamente debemos elegir escuchar hasta el final, hasta el final de toda la información que podamos obtener, para entonces, incipientemente atrevernos a emitir juicios propios en virtud de lo que profundamente hemos estudiado. No antes.

2) Necesitamos darnos el tiempo para conocer. (O a decir verdad, necesita interesarnos, porque sólo así encontraremos el tiempo). Si deseamos aprender verdaderamente de algo, nos va a llevar tiempo y necesitaremos invertir mucho de él para investigar. “Roma no se hizo en un día”, y por supuesto que las prisas que normalmente tiene la mayoría de la gente, hace que caigamos en uno de los más tremendos absurdos: querer un resultado duradero y sólido, invirtiendo poco tiempo en la información que lo sustenta. ¡Imposible! Pero aun así, hay gente que cree que se puede. Ni hablar, se trata de un estado de conciencia en donde todavía se cree en las fantasías. Sin embargo, hay gente que dice no tener tiempo, la verdad es otra. No es que no tenga tiempo, lo que pasa es que no tiene interés. Porque sólo cuando hay verdadero interés, misteriosa y mágicamente surge el tiempo. La premisa funciona así para todos: Tengo tiempo sólo para lo que me interesa.
No es que la gente no tenga tiempo, más bien no tiene interés; pero si logramos interesarnos, entonces el tiempo siempre surge, por más apretada que esté nuestra agenda.
Ahora bien, cómo está concatenado todo. Si observamos el punto 1, el inmediato anterior, nos sugerí una actitud sin prejuicios para aprender algo nuevo, y si lo logramos, entonces cabe una enorme posibilidad de que nos surja el interés en conocer bien el nuevo conocimiento, y si nos surge el suficiente interés, entonces nos daremos el tiempo para investigar más.

3) Necesitamos ir al lugar adecuado para informarte. Por supuesto que adquirir nueva información en un lugar ad hoc es motivante. Partamos de la base de que cuando queremos adquirir información, cualquier lugar es bueno, pero siempre es más recomendable adquirirlo en ese lugar en donde se encuentra la meca de dicho conocimiento. Eso nos inspirará. Si queremos aprender de arte oriental, debemos asistir a una escuela del tipo; si queremos aprender cómo mejorar nuestra economía y finanzas, asistiremos a ese lugar que se especializan en enseñar eso. Desplazarnos al lugar idóneo nos resultará motivante para aprender. Ahí se juntan los que saben y los que quieren aprender lo que ahora a nosotros también nos interesa.

4) Necesitamos aprender de quien realmente sabe. ¡Elegir a un verdadero maestro para enseñarte! Elijamos a un experto. Elijamos a quien se nota a todas luces que ya logró lo que queremos lograr. Siempre es recomendado lo siguiente: Hacer la pregunta correcta a la persona correcta y siempre obtendremos la respuesta correcta. De lo contrario, tardaremos en lograr la excelencia en aquel nuevo resultado que deseamos. Es como aquella señora que quiere mejorar su economía personal y le pregunta a su comadre cómo hacerlo. Y la comadre está igual de pobre que ella. ¡No! Aunque la comadre sea muy bien intencionada y tenga un muy rico café en su casa para conversar, si su economía está mal, no es la persona idónea para preguntarle cómo mejorar las finanzas personales. Y un error así nos pasa mucho, le preguntamos cómo bajar de peso a un gordito, o cómo vivir más en paz a un ansioso y agresivo ser. Obsérvalo y mira cómo es común equivocarnos al elegir a quién le preguntamos. Busquemos al experto que más cerca tengamos. Y ¡preparemos bien nuestras preguntas! Para que no nos pase que cuando tengamos a una persona tan exitosa junto a nosotros, de la pura impresión, ahí cuando está listo para nosotros, no sepamos qué preguntar o preguntemos una tontería. Preparemos nuestras preguntas para el encuentro. Pensemos bien lo que queremos saber y preguntemos concretamente y con verdadera disposición de aprender.

Todo esto es abrir la mente. No sólo es una frase bien intencionada: “Abre tu mente”, sino que es todo un trabajo que va desde actitud, tiempo, espacio y persona.

La verdad, nos queda poco tiempo. Tengamos la edad que tengamos, nos queda poco tiempo. Y una última recomendación es que, partiendo de esa conciencia del poco tiempo que nos queda, pues te invito a que lo optimices lo más que puedas. ¿Cómo? Pues invirtiendo el tiempo sólo en adquirir aquella información que te lleve al resultado que deseas obtener. Eso es gran parte de la optimización del tiempo. De lo contrario, te aseguro que invertir tiempo en algo que no te llevará al resultado que quieres, es perder tu tiempo, y mira el poco que queda.

Al final si logras la congruencia concatenada de eventos, buscando un nuevo y diferente resultado en tu vida, haciendo lo indicado para ello, inspirada esa nueva acción en una Nueva Conciencia, y ésta a su vez adquirida por la diferente información a la que nos hemos permitido tener acceso, veremos muy pronto y con todo fulgor que lo que parecía imposible se empieza a hacer posible, que lo que era un misterio se te hace claro, que lo que parecía difícil lo empezamos a sentir fácil, que lo que aparentaba ser inalcanzable ahora lo tenemos en las manos, que lo que parecía privilegio de pocos ahora lo tenemos también, que lo invisible se hace visible… y cuando logremos ese resultado distinto que tanto queríamos en nuestra vida, ese nuevo nivel, el indescriptible y enorme grado de disfrute con nuestro nuevo resultado de vida nos hará vibrar de… ¡Emoción por Existir!

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